María Callas (Μαρία Άννα Καικιλια Σοφία Καλογεροπούλου)
- Juan Pedro González
- 18 may 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 5 nov 2021
«¡Ay,
desgraciada de mí e infeliz por mis sufrimientos!
¡Ay de mí, ay de mí! ¿Cómo podría morir?»
Medea, Eurípides. Traducción: Alberto Medina González y Juan Antonio López Férez

María Callas, conocida como la Divina, nació en los Estados Unidos de América el 2 de diciembre de 1923, fruto de la relación entre Evangelia Dimitriadis y Giorgos Kalogeropoulos. Cuando María era apenas una niña, sus padres emigraron a los EE. UU. para abrir un pequeño negocio farmacéutico, Callas, por el que posteriormente sería reconocida la aún pequeña María. En 1937, tras el divorcio de Dimitriadis y Kalogeropoulos, María Callas se trasladó a Atenas con su madre y su hermana, aunque la relación entre María y su madre nunca fue fácil para ninguna. Según la propia María, su madre la comparaba con su hermana y la insultaba continuamente, llamándola miope y gorda.
A finales de los años treinta, cuando María aún no había cumplido la mayoría, falsificó su documento de identidad para poder ser admitida en el Conservatorio Nacional de Atenas. Fue entonces cuando María comenzó a mejorar su técnica vocal hasta llegar a alcanzar el denominado bel canto, gracias a su maestra y profesora española, la soprano Elvira Hidalgo. En el año 1942, tras la representación de Tosco, de Giacomo Puccini, Callas obtuvo su primer éxito en los escenarios. Dos años más tarde, en 1944, cuando las potencias y fuerzas fascistas europeas tomaron y ocuparon el país heleno, María abandonó el país y regresó a los Estados Unidos, donde se reencontró de nuevo con su padre. Durante los años que residió en Estados Unidos, María conoció a Edward Johson, el cual le ofreció a la joven María diferentes propuestas en el mundo del espectáculo, aunque María las acabó rechazando por motivos personales y continuó perfeccionando su técnica vocal. Posteriormente, tras la representación de la ópera Turandot, dirigida por Giacomo Puccini en Chicago, María conoció a Giovanni Zenatello, director del anfiteatro de Verona, conocido entonces como la Arena de Verona, uno de los mejores teatros del siglo XX. Fue entonces cuando María se trasladó a Italia, ya que Zenatello le propuso tras la propuesta de Zenatello de representar La Gioconda en el anfiteatro de Verona. Su estancia en Italia la llevó a conocer a su futuro y primer marido, Giovanni Battista Meneghini, que además la ayudó económicamente para poder continuar con sus estudios de música. Durante estos años, la soprano se dedicó exclusivamente al mundo de los escenarios, representando obras como Tristán e Isolda, de Richard Wagner o La Valquiria de Puccini. En 1949, antes de comenzar la década de los cincuenta, la Divina debutó en el Teatro Colón de Buenos Aires con obras como Turandot o Aída y Norma, obras por las que será reconocida posteriormente en todo el mundo. También en este año, la joven Callas contrajo matrimonio con Giovanni.
Con la llegada de los años cincuenta, María era prácticamente conocida en todo el mundo, aunque fue justo durante esta década cuando consiguió asentar su fama internacional. Tras la representación de I Puritani de Bellini, donde encarnó al personaje principal de Elvira, se convirtió en «La voz de Italia». Este papel principal en la obra lo obtuvo a pocos días de su representación, ya que la soprano Margherita Carosio era la encargada de representarlo, pero desafortunadamente para ella, cayó enferma. Posteriormente, María fue apodada como la «Divina» hasta el día de su muerte, después de representar la obra Aída en los escenarios de La Scala. En otras ciudades como México, María era conocida como el el «agudo de México». En 1957 los medios se lanzan sobre María y comienzan a hablar sobre su estado físico y mental debido a la gran pérdida de peso que sufrió para poder interpretar obras como Medea. A finales de la década de los cincuenta, María, que se encontraba en Edimburgo, regresó a Venecia para encontrarse con una vieja amiga, Elsa Maxwell, mediante la cual pudo conocer a su futuro gran amor, Aristóteles Onassis. En el año 1958, Callas actuó frente al ministro de Italia y su mujer y representó nuevas obras como La Traviata de Verdi, junto al tenor español Alfredo Kraus, en Lisboa.
Justo un año antes de adentrarse en los años sesenta, María se divorció de Giovanni Battista, pues se dio cuenta de que estaba completamente enamorada del magnate griego Aristóteles Onassis. Su relación con Onassis no fue nada fácil y estuvo marcada por el desprecio de este hacia María. Intentó evitar siempre el matrimonio con ella o incluso en llegar a ser padres. En 1961, María volvió a los escenarios con Medea, pero con un aspecto físico y vocalmente estropeado. En el año 1966 María rechazó la nacionalidad estadounidense para adoptar la nacionalidad griega y poder vivir junto a Onassis, aunque en el año 1968, la soprano se vio sola y repudiada cuando Aristóteles Onassis la abandonó. Esto fue uno de los más duros golpes para la joven María. Aristóteles la abandonó para irse a los EE. UU. a pedir la mano de la por aquél entonces viuda Jacqueline Kennedy. Esta relación no tuvo futuro alguno y llevó a Onassis a volver arrastrándose para buscar el perdón de María Callas, pero ella lo rechazó por todo el daño que sufrió tras su abandono, a pesar de que siempre estuvo enamorada de él. Diferentes fuentes de la época, cuentan que María, tras la ruptura con Aristóteles, mantuvo una serie de relaciones con distintos hombres, algunos de ellos homosexuales y que llegó a afirmar ella misma que, debido a su belleza y atractivo, podría curarlos de su homosexualidad, pues creía que tenía una cura.
En 1970, tras permanecer unos años alejada de los escenarios, volvió a aparecer en los medios de comunicación tras un supuesto intento de suicidio, pues desde su ruptura con Aristóteles Onassis, la salud mental de María Callas fue en aumento. Durante los años 1971 y 1972, impartió clases en la Juilliard School. Pasados ocho largos años en los que la Divina no pisó un escenario, volvió al espectáculo representando obras que ya había representado en su juventud como Medea o Aída. Su última gira acabó con una actuación en Japón, último país que escuchó la voz de la Divina Callas.
En cuanto a su vida personal, muchas son las anécdotas que giran en torno a esta gran voz del siglo XX. Una de ellas es, que tras su actuación en La Scala, los fans de la soprano Renata Tebaldi arrojaron verduras al escenario para golpear a María, pero ella se agachó a recogerlas y a preguntarles que dónde habían conseguido unas verduras tan frescas sin estar en temporada. Finalmente, María falleció en su domicilio en París en el año 1977, con apenas 53 años, tras un fuerte dolor en el abdomen. Hoy en día se sigue dudando acerca de la muerte de Callas, sin aclarar exactamente si fue un suicidio o una muerte natural.
Su voz, que nació del duro esfuerzo y trabajo que hizo en su corta pero agitada vida, ha sido objeto de estudio y ha influenciado a otros muchos cantantes posteriores a ella. Su vida fue llevada al cine en varias ocasiones (María by Callas, de Tom Volf) o representaciones y homenajes como la de Mónica Belluci en el Odeón de Atenas en septiembre del 2021.


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